9.07.2020

Querido 2020...

     Acá estamos nuevamente; viendo correr el tiempo, viviendo una situación inaceptable en todos los sentidos, literalmente esta generación vio al mundo detenerse por un momento a causa de una pandemia, un virus, un enemigo invisible.

                                      

    Los días se volvieron más largos, tuvimos todo el tiempo que alguna vez deseamos, pero que se podía hacer con tantas horas si no se tenía la libertad para disfrutarlas a plenitud, fueron varios meses de cuarentena, meses en los que aquellos que estamos solos en otro país, pudimos cambiar nuestra visión de como vivir cada día.

    Fue y actualmente para muchos sigue siendo una situación muy ruda, definitivamente fueron momentos de esos, poco usuales de la vida, donde descubres con quien cuentas en realidad, quien está ahí para ti, quien a pesar de todo con un "¿como estas?" le cambia la cara a tu día.

    

    Despertarse cada mañana y ver en la televisión una cifra de muertes que ascendía, era una situación desesperante; definitivamente no estábamos preparados para esto. Económicamente veíamos como al pasar del tiempo el dinero ahorrado se agotaba y la gran incógnita que retumbaba en nuestra cabeza era: "¿que hago ahora?". Fueron instantes de ansiedad y estrés; no sabíamos cuando acabaría todo, y cuando podríamos volver a las calles y adaptarnos a la "nueva normalidad".  

    Definitivamente para todos los que vivimos esta etapa de la historia , este punto pasará a ser parte de malos recuerdos, quedara grabado como una de las peores situaciones vividas. Pensar tantas cosas y sentir la impotencia de no poder hacer nada se convirtió en un sentimiento colectivo.

    

    En esta etapa también pudimos reflexionar sobre el sentido que le estamos dando a nuestra vida, las maneras en las que malgastamos nuestro tiempo, lo poco que nos preocupamos por ser felices; planificando tanto el mañana como si tuviésemos la vida comprada. En fin, sabemos tan poco sobre nosotros mismos que definitivamente cuando tenemos el tiempo necesario para auto descubrirnos, acabamos asombrados de todo lo que nos estábamos perdiendo.

    En esta ocasión tuvimos que llenarnos de optimismo y descubrir mil razones para quedarnos y luchar, no rendirse fue la clave y tener fe en que todo mejoraría fue nuestra bandera; quizá aprender a decir adiós a personas importantes para nosotros, fue difícil; pero tocó seguir adelante sabiendo que ese ángel en el cielo, jamas hubiese querido vernos derrotados.

    No es fácil querer caminar solo, y en realidad todos tenemos problemas, cosas por resolver, deudas que pagar; pero cuando creas que ya no puedes más recuerda estas palabras de la pequeña Ana Frank:

"No pienso en toda la desgracia, sino en toda la belleza que aún permanece"